14 septiembre 2012

Mis supersartenes que todo lo aguantan, como Cristo en la cruz



La sartén por el mango, originalmente cargada por farandwell.

Todo cocinero que se precie debe tener unos instrumentos con los que se sienta cómodo y pueda trabajar bien y a gusto. A mí me faltan algunos, pero con lo que tengo me arreglo muy bien. Poco a poco sustituyo los que no me convencen, se me estropean, etc. También voy añadiendo cacharrillos en función que los necesito, se me antojan o se cruzan en mi camino. 

Pero hoy voy a hablar de mis sartenes. Esto, señores, sí que es un básico. Pocas recetas existen que no necesiten de este cacharro para su elaboración. Comprarse unas buenas es algo más que necesario y una inversión que se agradece. Y lo digo yo que hace dos días fue a renovarlas y volví a casa acordándome de Anita en plena 'crisis'...

Cuando uno va a por ellas puede verse superado por la cantidad de marcas y variedades que existen en el mercado. Es más, puede hasta marearse con los precios. Y si tampoco se sabe mucho existe el riesgo de salir corriendo ante la avalancha de datos. Si tenemos una tienda de confianza y damos con un buen vendedor podemos dejarnos aconsejar, pero tenemos que tener cuidado de que no nos den gato por liebre (no porque nos quieran engañar, si no porque nos llevemos lo que no necesitamos en realidad).

Yo no soy una gran experta en menaje y no puedo decir cuáles son mejores que otras. Pero sí os digo que merece la pena gastarse las perras en una gama media y no pillar lo más barato de la estantería. Porque aunque al principio todas funcionen bien, el tiempo las pone en su sitio. Tampoco creo que se acierte si se escoge la sartén más cara de todas porque es probable que no le saquemos partido a sus prestaciones.

Yo me fijo en varias cosas:

- Para qué tipo de cocinas valen: las hay que sirven para gas, vitrocerámica, eléctrica e inducción, pero hay otras que son más 'selectiva'. Esto es fundamental para no llevarnos el material inadecuado. Si cocinamos en inducción y no usamos las cacerolas adecuadas no podremos cocinar... Ya me entendéis.

- El recubrimiento: ha de ser antiadherente. Lo más normal es que estén recubiertas de Teflon, un material controvertido porque a partir de una temperatura de 260-360 grados dicen que emite gases tóxicos. Lo cierto es que ahora la mayoría de las que llevan este material ya indican que están fabricadas sin PFOA para evitar este asunto. También las hay cerámicas, muy de moda ahora, pero un pelín más caras; de titanio, con un precio elevado; de hierro colado, algo más pesadas...

- El culo y el fondo: que ha de ser negro y plano porque sí, hay sartenes preciosas con culos esmaltados en colores claros que son preciosas pero a la larga, ese precioso recubrimiento estético se acaba enengreciendo y parece que no les has pasado un estropajo por fuera en tu vida. Yo esto lo odio y prefiero que sean oscuras desde el principio. Es inevitable que con el tiempo se manchen, pero al menos que quede algo disimulado ¿no?

- El mango: doy por sentado que todos ellos evitan la transferencia de calor, pero no está de más fijarse un poco en cómo está sujeto a la base (a menudo con tornillos que se pueden ajustar si se aflojan con el uso), en el material (sobre todo por el peso), etc. También me interesa que se puedan almacenar unas encima de otras con facilidad porque el espacio no me sobra, la verdad.

- El peso total: las sartenes están hechas para ser manejables, por eso me interesa que yo pueda trabajar con ellas sin dejarme la muñeca en el intento. Esto, en realidad, es muy importante para mí en cualquier tipo de menaje y aún recuerdo mi cara cuando se me ocurrió intentar levantar una cazuela de Le Creuset, marca que adoro pero que no casa conmigo por precio (fundamentalmente, no nos vamos a engañar) y por peso. 'Mare moi', aquello pensaba un quintal... Si tuviera que trabajar con ello tendría que entrenarme en el gimnasio como un cachillas cualquiera. 

Las sartenes que yo uso desde hace cinco años y que acabo de renovar son de la marca Odag, que no es excesivamente conocida y le da un poco a todo tipo de electrodoméstico y gadget de cocina. Sin embargo, mi experiencia con ella es satisfactoria y las que acabo de tirar han aguantado carros y carretas sin rechistar y sin exigir cuidados (otras que tuve de una marca más conocida no me aguantaron ni la mitad). De hecho, yo las he tratado regular tirando a mal y me han aguantado todo ese tiempo. Además, están muy bien de precio, que en estos momentos también es importante mirarlo.

Sin embargo, si podéis y queréis hay una marca, Bra, que recomienda Martín Berasategui y cuyas sartenes tienen muy buena pinta. Ahora, hay alguna ofertilla interesante en un conocido centro comercial conocido por su primavera. De hecho, de no haberme visto sola ante el peligro y un poco superada por la cantidad de menaje que vi ese día, yo me las hubiera cogido... La próxima vez será. Eso sí, como las mías, son de Teflón pero sin PFOA, aunque si sois muy aprensivos esto os horrorizará.

Por cierto, sigo a la búsqueda de una marca decente y a buen precio de cazuelas para renovar mis cacerolillas y no me digaís que Cruz de Malta, que son las que tengo y me matan cada vez que las veo. En qué hora las compramos...

Pdta: Esto ni es un post patrocinado ni na de na, que por no tener no tengo ni e-mails genéricos de marcas que buscan tráfico de enlaces (jajajajaja). Es lo que hay, pero soy feliz así. Yo solo hablo de lo que me gusta y uso. La publicidad que se pide, amigos, no es gratis.

2 comentarios:

  1. Jajaja me ha hecho gracia la mención, porque en pequeño he leído "mis supersartenes..." y he pensado también en mi capítulo personal, jajaja.

    Unas sartenes decentes son fundamentales; al fin y al cabo hay pocas cosas que se empleen tanto en casa como ellas!!

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  2. Maja, es que me identifiqué mucho con ese capítulo... Yo creo que me da algo en pleno ikea si me miran así... Jajajajajajaja.

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Y tú... ¿ya lo probaste?