30 septiembre 2012

Telecocina, dígame

Una de mis fuentes de inspiración a la hora de meterme en la cocina son los programas de televisión. Los he visto desde siempre. De hecho, recuerdo perfectamente a Elena Santonja y sus Con las manos en la masa. Era muy pequeña, eso sí, pero me parecía que lo que hacía con el invitado de turno era casi como magia. 

Luego, me aficioné a Karlos Arguiñano. A éste lo veía cuando estaba en La 1 y me encantaba. Por dos cosas: porque era bastante didáctico cuando cocinaba y desvelaba trucos como el de evitar oler a ajo después de cortarlo (amigos, hay que lavar y lavarse con agua fría y sin frotar, y secar(se) de igual modo, mano de santo, oye); y porque limpiaba (siempre andaba bayeta en mano para recoger los fogones y apilaba los cacharros en la fregadera con cuidado). De sus chistes y comentarios políticamente incorrectos no me acuerdo, supongo que no le prestaba tanta atención a esas cosas.

Pero lo cierto es que en ambos casos yo todavía no había asomado la nariz por la cocina para cacharrear. Vivía alegremente alimentada sin necesidad de meter mano en la preparación. A lo sumo hacía un bizcocho de natas una vez a la semana que me salía para chuparse los dedos pero cuyo truco era que las natas eran de verdad: de leche de vaca recién ordeñada y hervida en casa para esterilizarla. No he vuelto a probar uno igual, obviamente.

Ahora que soy cocinillas en grado chapucero los programas de cocina son un vicio. En los canales generalistas siguen teniendo su espacio, aunque su momento álgido ya pasó. Por ejemplo, está Arguiñano, que sigue al pie del cañón en Antena 3; luego, en La 1 tienen a un tal Sergio Fernández del que apenas he visto nada; y en la autonómica anda David de Jorge, un tipo con mucho desparpajo y mucho sentido del humor, capaz de hacer "guarrindongadas" (sic.) como galletas con chorizo, y luego ponerse manos a la obra para hacer un fino pastel de carne. Su grito de guerra es "¡Viva Rusia!" y para los más puristas, fue jefe de cocina de Martín Berasategui... Pero en la tele es como el amigo cocinillas que enseña a preparar algo a la cuadrilla, natural y 'apañao'.

En la radio están dos de mis debilidades. Una es Martín Berasategui, al que seguía hasta esta temporada porque ha pasado de 'Hoy por hoy' a 'La ventana' de la Ser, con el correspondiente cambio horario. Este hombre es muy didáctico, le gusta complicar la receta un poco más que al resto sin llegar al nivel de sus restaurantes, y cuida mucho el trato de la materia prima. 

Y otra es El Comidista, o también conocido como Mikel López Iturriaga y del cual me declaro fan absoluta. Lo podéis encontrar en la radio por las mañanas, en 'Hoy por hoy', o en su blog de El País. Y no, no es cocinero profesional de esos con restaurante de prestigio, sino cocinillas de estrella michelín (sí, en minúscula y con tilde) y sentido del humor. Sabe mucho de fogones y de paladar, y sabe transmitirlo porque es periodista, algo que no se puede decir de todo el mundo. Tiene muuuucha gracia para contar las cosas y escucharle es como sentir un soplo de aire fresco en pleno sofocón. Creo que un día de estos me regalaré su libro porque yo lo valgo y él también.

Pero lo que realmente me gusta es Canal Cocina, el canal que ha revolucionado la manera de abordar la gastronomía en televisión. Podría tirarme horas viendo su programación, repleta de espacios de no más de 30 minutos, la mayoría de ellos de factura cuidada (que se comen por los ojos...) y con contenidos fragmentados e interesantes, que van desde programas clásicos de cocinero hasta documentales, pasando por reportajes seriados y microespacios hiperespecializados. De hecho, mi afición creciente se alimenta de todos ellos. Podría hablaros de decenas de programas, pero me voy a centrar solo en los cinco que más me gustan por diferentes motivos y que intento no perderme si estoy en el sofá contemplando las musarañas.

- Cocinamos contigo. Es el programa de Sergio Fernández (otro, no el de La 1), un tipo graciosete que reproduce las recetas que le cuenta un anónimo por la calle y, algunas veces, las mejora con tiempos de cocción más ajustados o cortes más apropiados, aunque siempre respetando la esencia. Me gusta porque son platos de esos de siempre, nada de experimentos raros, con toque caserillo, con ingredientes fáciles de encontrar... Y luego él tiene mano para llevar el programa con un lenguaje muy del vecino de al lado, sin tecnicismo y con frases como 'que se te salta toíta la boina' para decir que te mueres de lo bueno que está algo. 

- Jaimie Oliver. Todos sus programas son alucinantes y están magnificamente rodados. Hay algunos en los que la estética es deliciosa y la plasticidad de las imágenes engancha. Otros son originales por su argumento: rutas por países en furgoneta, en vespa, etc. En todos ellos hay un interés por respetar la materia prima y aprender cómo cocinan en los lugares que visita. Él es muy inglés, con lo bueno y lo malo que eso tiene, y verle cocinar es un espectáculo porque es de todo menos cuidadoso. Se mancha las manos, prueba los platos sin pudor, acumula cacharros en la pila como si no hubiera un mañana... Pero sus recetas son resultonas. Yo he hecho un par de ellas, entre ellas las fantásticas pizzas sin horno, y han quedado muy aparentes. Para repetir.

- El toque de Samantha. Esta mujer es la caña. Estudió cocina en Francia y tiene un dominio del asunto considerable. Pero no es nada ortodoxa a la hora de explicar cómo hacer un plato. Es deslenguada y le gusta el color en toda su expresión. Hace recetas que todos podemos intentar en casa, pero le da mucha importancia a la presentación. Es cierto que se come con los ojos y ella lo maneja a la perfección. Además, le encantan los gadgets de cocina, así que siempre descubres alguna nueva frikada con ella.

- La cocina fácil de Donna Hay. Yo lo que quiero de esta mujer es su casa de la playa en Australia. Pero aparte de eso, en este programa de fotografía impecable cuenta esos platos que hace ella en casa como toda hija de vecino. Seguramente a muchos aficionados a los fogones os sonarán sus libros, que tienen una estética similar a la que se ve en este espacio. Por cierto, no os perdais su receta de macarons caseros... Yo pensaba que serían mucho más complicados pero... es que esto es cocina fácil.

- 22 minutos, de Julius. Es el primer programa que vi del canal y le tengo cierto cariño. De hecho, me compré su libro y puedo decir que sus apuestas son fácilmente reproducibles, aunque no están entre mis preferidas porque a mí me gusta fogonear y no tengo horno, un electrodoméstico fundamental para una gran cantidad de sus recetas. Sin embargo, reconozco que si tienes poco tiempo para cocinar, aquí tienes muchos platos que puedes hacer en un pispás y que Julius es muy creativo a la hora de elaborar una receta con pocos ingredientes o con productos semilistos para consumir.

Me dejo muchos programas en el tintero, como Los fogones tradicionales, o Sarah Wiener en Los Alpes, o Los fabulosos hermanos panaderos... pero creo que será mejor dejarlo ya, ¿no? Menudo megapost. Sugus de piña para el que haya llegado hasta aquí.

2 comentarios:

  1. Iba a decir que El Comidista hizo el otro día un post de la telecocina antes y después de Arguuiñano, pero como eres fan, ya lo habrás leído.
    Yo no veo mucha telecocina, o más bien nada, pero sobre todo porque no veo la tele, ni encenderla, salvo que haya alguien más en casa, pero el Bigotes que cocina mucho mejor que yo (él cocina, quiero decir) se sabe toda la programación de Canal Cocina. Yo me conformo con tener la aplicación de Canal Cocina en el ipad.

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  2. Ahí va, pues no he leído el post... En realidad soy más fan de escucharle por la radio. Pero vamos, voy inmediatamente a ver qué contaba... Miedo me da :) Yo la tele la tengo puesta y el 80% de las veces sin voz. Excepto Canal Cocina, claro. Me cuesta mucho ponerme delante de ella y dedicarle toda mi atención.

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Y tú... ¿ya lo probaste?