22 septiembre 2013

¡Un horno! ¡¡Un horno!! ¡¡¡UN HORNOOOOO!!!

Esto no es una receta. Diría que más bien es una explicación de por qué llego tarde, pero... tampoco. De momento no tengo firmado ningún contrato por escribir aquí. Esto es amor al arte. O a la cocina. Pero bueno, al menos sí me apetecía dar la cara después de tantos días sin aparecer. Que conste, de todos modos, que hay una poderosa razón. Y sí tiene nombre. ¡Un horno! ¡¡Un horno!! ¡¡¡UN HORNOOOOO!!! (entónese como el niño del palo)

Hace un par de semanas llegó a casa este tan deseado electrodoméstico. En una de mis libranzas me acerqué a ese gran centro de compras que todos conocemos y al que van señoras con perlas y pieles hasta en verano y lo encargué. La cosa no era fácil. No podía ser uno de encastrar (salvo que algún mecenas me financiara la obra en la cocina) y por espacio tenía que suplir las funciones de mi ya exmicroondas.

Fui a tiro hecho porque durante semanas me empollé catálogos y 'reviews' en foros de toda calaña. Al final ganó la versión moderna del de mi compi y amigueta Maribel, repostera ocasional con muchos recursos que de vez en cuando nos alegra las tardes de trabajo con tartitas, cupcakes y su presencia, claro está. Me llegó un viernes al mediodía.



Y me faltó tiempo para ponerlo en marcha. Ese día hornée unas varitas de merluza para comer con más ganas que acierto. Pero al siguiente me resarcí. Y eso que nos íbamos a pasar el finde a casasuegro, a mesa puesta. Me levanté antes y dispuse mis cacharritos para hacer mi primer bizcocho. De limón y frambuesa.



Buenísimo, lo advierto. Hasta mis sobrinos se lo comieron.  Lo pusimos de postre junto a helado de café y nata. Triunfó tanto que el domingo para el desayuno ya estaba en las últimas. Aun así, llegó para que pudiera mojarlo en mi relaxing cup of café con leche. El cielo, oiga. A partir de ese día he seguido investigando y probando recetas. Han caído galletas, panecillos tipo hamburguesa, berenjenas rellenas, verduritas asadas, pastas noruegas, brochetas de pollo...




De algunas tengo fotos hechas para compartir la receta, de otras, simplemente eran pruebas que, a juzgar por los resultados, en breves volverán a ser hechas para dar buena cuenta de ellas en público. Pero claro, ahora no puedo parar de buscar platos y más platos dignos de ser hechos en mi trocico de felicidad cacharril. Tantos años guardando en favoritos unas y otras... No me da la vida para localizarlas. Y me bloqueo porque no sé por dónde empezar.

Bueno, por eso y porque necesito moldes y bandejas aptas para el aparatito. Supongo que los metálicos se pueden meter siempre y cuando se use el programa de horno -más que nada porque la bandeja que traía para tal menester es 'tradicional'-, pero ante la duda, prefiero usar los de silicona y pyrex. No vaya a ser que me lo cargue sin que cumple un mes.

Y claro, no me puedo dejar los cuartos en cacharritos y no llenarlos con comida. Una se contenta con cualquier cosilla, pero de aire no me alimento, vaya. Así que tendrán que ser 'adoptados' -tarjeta mediante- de forma escalonada.  Por todo esto y por lo de siempre -mala organización, pereza, trabajo, deporte, cansancio...- no me habéis visto el pelo por aquí.

Ahora espero volver a ponerme las pilas y seguir publicando como acostumbraba antes de este miniparón... Quizá esta semana que empieza no sea la mejor. Se me antoja difícil. Pero aquí estamos, con un par de recetas en la cabeza y los ingredientes en casa.

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