28 enero 2014

Tarta exuberante

Tarta de queso y frutos rojos
Tarta de queso y frutos rojos, originalmente cargada por farandwell
Música para acompañar (*) 
(*) Escucha, déjate llevar... y disfruta, baby

Nueva semana y nueva receta de 'Proyecto #cheesecake'. Esta vez, exuberante. Porque nada más verla ya te llena. Y es que no puede ser más bonita. De hecho, me atrevo a decir que es la tarta más bonita que he hecho hasta ahora. Será porque los frutos rojos son muy zalameros y enseguida entran por los ojos, pero este pastel triunfó entre quienes lo vieron y sin haberlo catado. 

Esta tarta es la que propone -con ligeras variaciones- la 'diosa doméstica' por excelencia en su libro 'La cocina de Nigella Lawson. Comida rápida saludable'. Y por tanto, tenía que ser tan coqueta como su creadora. Además, es una preparación fría, por lo que apetece en invierno, pero sobre todo en verano. Y sí, además, es tan 'supercuqui' que la puedes poner en una merienda entre amigos cursis y dejarlos verdes de la envidia. 

La lista del súper:
- 125 gramos de galletas tipo Digestive
- 75 gramos de mantequilla
- 300 gramos de queso crema
- 60 gramos de azúcar glas
- Una cucharadita de extracto de vainilla
- Media cucharada de zumo de limón
- 250 gramos de nata para montar
- Dos hojas de gelatina neutra
- Mermelada de frambuesa o cereza
- Frutos rojos frescos (los que estén de temporada o una combinación de varios: fresas, frambuesas, grosellas, cerezas…)

Con las manos en la masa:
Para empeza, trituramos las galletas hasta hacerlas migas. Podemos hacerlo con una picadora o con un mortero. Cuando lo hayamos conseguido, añadimos la mantequilla, que estará derretida a fuego muy lento sin que llegue a hervir, hasta formar una masa compacta. Con ella, forramos la base de un molde desmontable. La alisamos bien con ayuda de una cuchara y tratamos de formar un pequeño reborde. Rerservamos.

Por otro lado, batimos el queso de untar con el azúcar glas, la vainilla y el zumo de limón con ayuda de unas varillas hasta que quede una masa blanda. Podemos hacerlo a mano, o máquina, pero a velocidad baja. Mientras tanto, calentamos la nata hasta que esté a punto de hervir y deshacemos en ella las dos hojas de gelatina (que tendremos remojando en agua fría para que se ablanden). Lo añadimos a la mezcla anterior y lo vertemos con cuidado en el molde sobre la base de galleta.

Dejamos entre tres horas o toda la noche en el frigorífico para que cuaje. Conviene que lo tapemos con papel filme para evitar dos cosas: que tome olores o que le caiga algún tipo de residuo o agua de condensación. Pasado el tiempo, la sacamos de la nevera y quitamos el aro exterior. Es el momento más crítico, así que tentemos que hacerlo despacio y con cuidado. Si no estamos seguros de si estará muy pegada a él, podemos pasar el filo de un cuchillo pasado por agua caliente por el contorno antes de abrir el aro.

Ahora llega el momento de divertirnos y gustarnos con la decoración. Lo ideal es poner una capa de mermelada y sobre ella la fruta. Yo lo que hice fue calentar la mermelada con un chorlito pequeñísimo de agua. Añadí media hoja de gelatina remojada, aparté del fuego y lo mezclé bien. Cuando estaba más bien templado, puse la capa superior y luego añadí la fruta (grosellas, frambuesas y fresas) como más me gustaba en ese momento.

Tarta de queso y frutos rojos

Nata al pie:
La receta original de Nigella Lawson no utiliza gelatina. Ella prefiere montar la nata, añadirla a la mezcla y esperara a que cuaje en la nevera. Esto está muy bien, pero a veces no funciona. O no montamos la nata tanto como necesita, o no tiene suficiente grasa, o bien hace demasiado calor. Y claro, al intentar desmoldarla llega la avalancha sobre la encimera con el consiguiente recuerdo a todos los santos. Por eso yo prefiero añadir gelatina, sobre todo, si quiero presentarla ante desconocidos o me he comprometido a llevarla a algún sitio. Éxito seguro.

En cuanto al sabor, se trata de una tarta ligera en el paladar. Como se sirve fría y cuenta con la acidez de los frutos rojos no empalaga en absoluto. Luego, destaca bastante el ligero sabor a vainilla y limón que le añadimos al queso. Sin embargo, pese a que su estética me ha conquistado, no es mi receta preferida del proyecto, quizá porque soy más de nuez moscada.

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