21 abril 2014

Cupcakes, fase 1: el bizcocho


¡Vaya! Hace más de dos meses que no me paso por aquí. Cómo pasa el tiempo. La verdad es que he estado liada. Cuando tenía el plato, no podía hacerle la foto, y cuando podía tomarme mi tiempo en presentarlo, no tenía receta... Un rollo. Me he sentido tentada a usar el móvil para estos menesteres, pero me ha dado pena. Yo en este blog uno dos de mis pasiones -la cocina y la fotografía- y me cuesta seguir si una de las dos patas falla. Puedo tirar un día, dos, pero no de forma habitual. Aun así, es probable que lo haga más a menudo para no dejar esto tan desatendido.

De hecho, hoy os traigo una así... O casi. Pero vamos al lío. Me he rendido a la fiebre de los cupcakes. Sí. Aunque me gusta más hacerlos que comerlos y, según avanzo, huyo de las decoraciones horterillas (aunque también las he hecho, sobre todo gracias al colorante rojo navidad que se quedaba en algo así como rosa fuerte -no fucsia-) y me decanto por las sencillas. El caso es que he decidido subir las recetas al blog. Porque la verdad es que molan, no son tan difíciles como parecen y estrujar la manga pastelera me relaja una barbaridad.

¿Y cómo voy a empezar? Pues compartiendo la receta básica de los bizcochos de los cupcakes. En realidad hay muchas fórmulas parecidas, pero la que más nos ha gustado en casa es ésta que os presento. Y si pasáis de ponerle un 'frosting' (en próximos post nos reiremos de esto, ya veréis) así, a palo seco, están buenísimos. Por cierto, que nadie lo llame magdalenas, por favor, porque aunque lo parezca, no son lo mismo (sí, esto también lo explicaré más adelante).

La lista del súper:
- 250 gramos de mantequilla (de la buena y grasa) a temperatura ambiente
- 250 gramos de azúcar (blanquilla o, si eres más fino, glass)
- 4 huevos L (de los que pesan entre 60 y 65 gramos) a temperatura ambiente
- 250 gramos de harina de repostería
- Una cucharadita (teaspoon, tsp) de levadura
- Y si quieres, el aroma, sabor o galletas/frutos secos pulverizado que más te gusten (opcional y solo recomendado para segundas veces)

Con las manos en la masa:
Empezamos sacando la mantequilla de la nevera con, al menos, un par de horas de antelación. Cuando nos pongamos el delantal debe estar blandita sin ayuda del microondas, es decir, que podremos dejar la huella de nuestro dedo apretando sin mucha fuerza. Cuando esté así la cortamos en trocitos y la ponemos en un bol. 

Con las varillas (eléctricas, salvo que nos sepamos Hulk), la batimos un par de minutos y añadimos el azúcar. Yo prefiero usar azúcar glass porque es más fina y no se nota nada en la masa, pero la blanquilla vale perfectamente. Seguimos batiendo hasta que logremos una crema. A continuación, añadimos la levadura y seguimos dándole durante un minuto más. 

Es el momento de echar los huevos. Yo prefiero hacerlo de uno en uno -porque lo hago con la batidora de mano-, aunque podemos echarlos todos juntos. Si podemos, le damos un poco más de velocidad al aparato -no es mi caso- para airear la masa y seguimos batiendo hasta que todo esté bien integrado.

Llega la hora de añadir la harina, que habremos tamizado antes. Si has subido la velocidad un punto, bájala. Primero echamos una mitad y batimos hasta que la masa se vaya endureciendo. Luego, añadimos el resto y seguimos mezclando hasta que esté homogénea. Y listo salvo que quieras añadir el aroma, sabor, galletas o frutos secos que quieras. Si optas por hacerlo, añádelo y bate de nuevo un poco más hasta que se integre. Ahora sí que está listo.

Precalentamos el horno a 160 grados. Elegimos las cápulas de papel que vayamos a usar. Ojo, cuando  las compremos no seamos rácanos. Es mejor gastarnos un poquito más y coger unas que sean de un papel gordito y que aguante bien la grasa -no siempre son las más caras, por ejemplo, una buena opción son las de la marca Kitchen Craft, pero las debe haber mejores-. Una vez seleccionadas, las ponemos en un molde rígido (silicona, metal, cristal...). Con ello nos aseguraremos de que no se desparraman con el calor y quedan con una forma redonda y bonita.

Una vez en este punto, rellenamos las cápsulas con la masa. Yo lo hago con ayuda de una cuchara sopera y una espátula. No debemos echar más allá de las dos terceras partes de su capacidad para que al subir no se desborden. Lo llevamos al horno y las dejamos a 160 grados durante unos veinte minutos. Antes de sacar los bizcochitos, comprobamos que están hecho pinchando en el centro con un palillo. Si sale limpio, adelante.

Dejamos que templen un poco para sacarlos del molde rígido y, luego, los dejamos sobre una rejilla. Hasta que no estén fríos del todo no podemos trabajar con ellos. Lo normal es que en una hora ya estén listos, pero cuanto más esperemos, menos riesgos tomaremos. No es que nos vayamos a quemar con ellos, es que si colocamos la tradicional crema de mantequilla ('buttercream', para los que gusten de anglicismos) se nos podría derretir. Imaginad qué pastel...


El toque maestro:
Bueno, como ya he adelantado, esta es solo una receta para hacer las bases de los cupcakes. Queda muy esponjosa y nada pesada. Se trabaja fácil y no se rompe sin queremos rellenarla. En casa es la que más nos gusta por eso. Pero tiene un pero: si pasan un par de días o más tiende a quedarse un poco seca.

De todos modos, sin salirnos de las masas básicas, hay otras recetas interesantes. Una que también me gusta más es la que usa Mummy and Cute para sus cupcakes de avellana. En resumidas cuentas, usa 250 gramos de mantequilla, 250 gramos de azúcar, 3 huevos, 1 cucharadita de levadura, 250 gramos de harina de repostería y un chorrito de zumo de naranja (natural). Queda más contundente (usa menos huevos), pero también es muy jugosa y suave, al menos los dos primeros días... No han durado más.

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