16 junio 2014

Al rico pollo con piña

Pollo con piñaPollo con piña, originalmente cargada por farandwell.


Música para acompañar (*)
Ivan Ferreiro – Cómo conocí a vuestra madre
(*) Mi debilidad... A todas horas

Sí, ha llovido un rato largo desde la última vez. Están siendo meses de mucho trabajo y rutinas nuevas, así que no puedo prometer actualizaciones fija. Voy sobre la marcha. Y se me acumulan las fotos sin escribir recetas... No digo más. Hoy os traigo una de esas recetas aptas para mantener a raya nuestras curvas. Ya sabéis que a mí me gusta mucho cuidarme. Por salud y por estética. Pero también me gusta mucho comer y no puedo resistirme a un buen plato cargadito de sabor. Éste que os traigo es uno de ellos. Y muy fácil. De hecho, yo me lo preparo justo antes de ir a trabajar y me lo llevo en un tupper para la cena. Aguanta muy bien y se puede comer frío y caliente.

La lista del súper:
- Dos pechugas de pollo
- Media piña natural
- Una cebolleta
- 150 mililitros de caldo de pollo
- Aceite de oliva
- Romero
- Sal

Con las manos en la masa:
Comenzamos preparando los ingredientes para ir rápido. Para ello, tenemos que limpiar las pechugas de la grasa (parte blanca) e impurezas (nervios, sangre) que tengan y las cortamos en tiras no muy gruesas para que se cocinen bien. Troceamos la piña en dados con cuidado de quitar bien la piel y las semillas. Y hacemos lo mismo con la cebolleta.

Ponemos una sartén al fuego con un poquito de aceite de oliva. Si queremos, podemos utilizar un spray para controlar la cantidad y que sea la mínima posible. Rehogamos la cebolla y cuando empiece a coger color, añadimos la pechuga -podemos salarla antes, aunque yo lo hago una vez que está sellada-. Dejamos que se haga todo junto y la carne cambie de color. 

En ese momento, echamos los dados de piñas y dejamos que se cocinen junto al resto de ingredientes. A los cinco-siete minutos es el momento de verter el caldo de pollo con un poco de romero. Dejamos a fuego medio hasta que el líquido se evapore casi por completo. Todo adquirirá un tono dorado, casi caramelo. ¡Y a la mesa!

El toque maestro:
Como se ve, es una receta muy sencilla que no nos llevará más de 20 minutos. Y como ya he dicho, se puede preparar con antelación porque no es necesaria consumirla al instante e, incluso, aguanta muy bien el tupper. Caliente está muy rica, pero a temperatura ambiente se le sacan más los sabores. Por lo que si os vais de picnic, por ejemplo, también podéis aprovechar para llevarla. 

A la hora de hacerlo yo aconsejo dos cosas. Una es usar romero natural, que es más intenso. Y si no puede ser, seco pero en rama. ¿Por qué? Porque las hojas son algo duras y pueden molestar a la hora de comer; sin embargo, si es una ramita, la podemos apartar sin complicaciones. El otro apunte interesante es el punto: no debemos hacer demasiado la pechuga para que  no quede muy seca y, además, si dejamos que el caldo reduzca pero no se consuma del todo, el plato resultará más jugoso. En cualquier caso, esta salsa nunca será muy líquida, sino más bien untuosa. 

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