Sopa de cebolla, originalmente cargada por farandwell.
Música para acompañar (*)
(*) Ponámonos la boina y sintámonos como si caminásemos por Montparnasse de nuevo...
Ingredientes:
- Dos cebollas medianas (una por persona)
- 50-75 gramos de mantequilla (al gusto)
- Una cucharada de harina
- Un chorro de coñac
- Un vasito de vino blanco (mejor si es seco)
- Caldo de ave (casero, comprado o de pastilla)
- Sal
- Dos rebanadas de pan (mejor si es rústico)
- Queso gruyère rallado
Preparación:
Cortamos las cebollas (mejor blancas, aunque yo he usado moradas) en tiras finas y las ponemos en una cazuela al fuego con mantequilla. La cantidad de grasa dependerá de cómo se vaya haciendo. Es mejor empezar por poco e ir añadiendo según veamos. Tienen que pocharse poco a poco y coger un ligero color dorado.
Una vez que están, añadimos la cucharada de harina y la tostamos. Inmediatamente después añadimos el coñac y damos un par de vueltas. Después hacemos lo mismo con el vino blanco. Dejamos que el alcohol se evapore con la ebullición. Llegados a este punto, vertemos el caldo de ave y dejamos que se haga todo junto durante 20 minutos. Pasado este tiempo, probamos y rectificamos de sal si es necesario.
Al tiempo que la sopa se hace, cortamos un par de rebanadas de pan y las tostamos al horno hasta que estén crujientes. Servimos la sopa en cuencos con el pan por encima, espolvoreamos queso gruyére rallado según nuestros gustos y gratinamos. A la mesa antes de que se enfríe... y bon appétit!
Comentarios:
Esta es una receta tradicional francesa que podemos encontrarnos en cualquier restaurante del país. Su origen está en el siglo XVIII y se consumía sobre todo en París, en la zona de Les Halles (que eran los mercados de la capital). Es una receta barata que con cuatro cositas consigue saciar el apetito de los comensales, pero a la vez es un manjar delicioso si nos esmeramos en la presentación y usamos un buen alcohol y un sabroso queso.
La receta me la recomendó un compañero a través de un artículo donde también nos habla de sus origenes, sus variantes y dónde podemos consumir buenos ejemplos en París. Os recomiendo que le echéis un vistazo porque da gusto leerlo, igual que todo lo que escribe.
Pues la voy a probar con el alcohol, que yo no le ponía. Todas las sopas me encantan, y estoy segura de que tu versión también me va a alegrar el día cuando de una vez se decida a hacer frío por aquí. Un beso.
ResponderEliminarPues el alcohol le da un toque para morirse de gusto... Sobre todo el coñac. No dejes de probarlo
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